El valor de nuestros médicos
La posible reintroducción del impuesto a las ganancias para los médicos en Argentina ha encendido un debate importante en nuestra sociedad. Si bien el equilibrio fiscal puede ser un objetivo, debemos hacer un análisis de las implicancias en el ámbito de la salud, especialmente en un contexto tan complejo como el de nuestro país.
En primer lugar, es esencial reconocer la importancia vital que los médicos tienen en nuestra sociedad. Su labor no solo consiste en proporcionar atención médica a los pacientes, también involucra muchos años de formación intensiva en la universidad, en posgrados y prácticas hospitalarias, dedicación inquebrantable y una responsabilidad inmensa. Los médicos son los pilares de nuestro sistema de salud, y su trabajo incansable contribuye directamente al bienestar y la calidad de vida de la población. Confiamos en ellos para cuidar de nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Son quienes nos guían, nos cuidan y nos brindan esperanza cuando más lo necesitamos. Cualquier medida que pueda afectarlos en su profesión, es motivo de preocupación para todos los argentinos.
Valorar el trabajo médico
Es fundamental entender que los médicos no son simplemente proveedores de servicios; son seres humanos que dedican sus vidas a cuidar de los demás. Su trabajo va más allá de simplemente tratar enfermedades; implica empatía, compasión y un compromiso inexorable con el bienestar de sus pacientes. Establecer gravámenes adicionales a sus ingresos sería una falta de reconocimiento a la invaluable contribución que realizan a la comunidad.
En este sentido, la insistencia del Gobierno podría desencadenar una serie de riesgos severos para el sistema de salud argentino. Existe el peligro real de desmotivar a los médicos y disuadir a los jóvenes talentosos de seguir esta vocación; la feminización de la medicina argentina -que se comprueba en la última década- ya debería hacernos pensar no solo acerca de la necesidad de igualar remuneración y género, sino acerca del reconocimiento monetario de las funciones de cuidado en nuestra sociedad. La medicina ya implica enormes sacrificios personales y financieros, y sumar un nuevo impuesto podría ser la gota que colma el vaso para muchos.
Además, podría exacerbar la escasez de profesionales de la salud, especialmente en áreas más complicadas, peligrosas y/o desfavorecidas. La ciudad de Buenos Aires ya enfrenta desafíos significativos en términos de acceso equitativo a la atención médica, a la educación, a la seguridad, etc., y gravar los salarios podría empeorar esta situación, dejaría a comunidades sin acceso a prestaciones médicas adecuadas.
El salario de un médico no es simplemente una ganancia en el sentido tradicional; es una compensación por servicios esenciales que salvan vidas y mejoran la salud de la población, es sin duda un trabajo de riesgo. Los médicos enfrentan gastos considerables, incluidos los costos de la educación médica, el seguro de responsabilidad civil y la inversión en equipos y tecnología médica, y hasta en vestimenta y en insecticidas, ya que el GCBA no provee lo necesario en estos aspectos que son claves.
Ante esta realidad, es crucial que el Gobierno argentino considere alternativas más ecuánimes para robustecer el sistema tributario, buscar soluciones que fortalezcan nuestro sistema de salud. Podría incluir la revisión de exenciones fiscales existentes, la lucha contra la evasión fiscal y la implementación de políticas que promuevan una distribución más justa de la riqueza.
Durante los últimos años, hemos participado de la dedicación y el sacrificio de los médicos argentinos en la lucha contra la pandemia, de largas horas enfrentando situaciones de alta presión y riesgo personal, y vimos de cerca el sufrimiento y la pérdida de vidas humanas. La escasez de recursos, falta de equipos de protección personal adecuados y una carga de trabajo abrumadora hicieron que muchos pusieran en riesgo su propia salud y la de sus familias, para estar al servicio de los pacientes y la comunidad. En estas circunstancias, agregar un tributo más es como una bofetada en la cara después de todo lo sacrificado.
En lugar de gravar injustamente los ingresos de los médicos, el Gobierno argentino y el de CABA deberían buscar formas de reconocer y valorar adecuadamente la labor profesional. Deberían incluir incentivos fiscales para la formación continua, mejoras en las condiciones laborales y salariales, y estímulos para aquellos que trabajan en áreas críticas o de alto riesgo.
Priorizar la salud
A este escenario crítico, se agrega la crisis actual en la formación médica afectada por la falta de recursos y la sobrecarga de trabajo en el sistema de emergencia médica, hospitales y centros de salud. Aún contando con formación médica excelente en nuestras universidades, somos testigos de cómo quedan vacantes por cubrir en nuestras residencias, y se añaden dificultades presentes y futuras para el sistema de salud. Si sumamos obstáculos, habrá menos médicos que los que necesitan.
En contraste con las necesidades urgentes del sistema de salud, es preocupante observar los gastos crecientes en publicidad y embellecimiento en la CABA. Se destinan grandes sumas de dinero a proyectos de maquillaje urbano y campañas publicitarias (pocas en relación con la salud), mientras que los hospitales y centros de salud carecen de equipamiento moderno y personal suficiente para atender a los pacientes. Esta disparidad en la asignación de recursos refleja una falta de priorización de la salud pública y del bienestar de la población por parte de las autoridades gubernamentales.
No al ajuste
Además, es necesario destacar la crítica reducción presupuestaria para la formación en el sistema universitario argentino. Los recortes en el financiamiento de las universidades pueden impactar negativamente en la calidad de la educación médica, y en forma directa en la prestación de servicios. Esto afecta categóricamente al acceso a la atención de la enfermedad, a la formación de futuros médicos y pone en riesgo la excelencia de la atención médica en el país.
El ajuste no puede venir por el lado de la salud ni de la educación. Son los dos parámetros que claramente nos diferencian como país en el concierto de las naciones del mundo entero. Las frustraciones y fracasos llevaron a los argentinos a descreer de tantas cosas, pero seguimos creyendo y confiando en la salud y la educación públicas.
Ese sigue siendo nuestro pacto social, y vamos a defenderlo. Es hora de que los políticos escuchen los aplausos que la sociedad nos dedica todos los días.
¡El salario médico no es ganancia!